lunes, 10 de septiembre de 2012

La mujer de los Cullen


                                                              CAPÍTULO  5


Bella se sentó en el banco, entre Edward y Emmet, mientras que Jasper servía los platos con jamón y huevos. Ella los analizaba frecuentemente, juzgando su humor, midiendo su reacción hacia ella, pero le parecían tranquilos.
Era como si ellos vivieran esta situación todos los días. Sacudió la cabeza mientras cogía con el tenedor otro trocito de huevo. ¿Cómo podía funcionar esa clase de relación? Los celos serían inevitables. Y las cosas serían más difíciles para ella que para cualquiera de ellos. Ellos tendrían solo una esposa que satisfacer, ella tendría tres.
Tres hombres para satisfacer, conocer, y todos diferentes. La mera idea de las complejidades involucradas en la situación, le dio un fuerte dolor de cabeza.
Jasper, ciertamente, era el más fácil de los tres hermanos. Se sentía relajada a su lado. Era una reacción natural. Hasta donde sabía, Emmet era el mayor, era tan claro como si estuviera escrito en su frente. Y, aunque hacía un gran esfuerzo para hacerla sentirse cómoda, sabía que él podía ser peligroso cuando estaba enfadado. Emanaba poder y autoridad, que lo cubrían como una manta.
Su mirada se giró hacia Edward. Era un enigma. El único de quien ella no tenía formada aún una idea. Era quieto y serio, pero aún más que eso, ella vio el dolor de sus ojos. Como ella, él había visto el lado oscuro de la vida. Apostaría hasta su último dólar en ello.
— ¿Estás bien? —preguntó Jasper.
Ella lo miró.
—Estoy bien, es solo una jaqueca.
Caminó hasta uno de los cajones, encontró un frasco de ibuprofeno, sacó varias píldoras y se las entregó. Solo un ejemplo más de cuidarla. La calentó y asustó al mismo tiempo.
— ¿Qué te preocupa, cariño? —preguntó Emmet.
¿Era tan fácil de leer? ¿Podrían leer su mente y su alma? Sus dedos se tensionaron sobre el tenedor, y por un momento, ella pensó en negar que hubiera algo en su mente, pero la honestidad de Emmet la obligaba a ser igual de honesta.
—La dinámica de esta relación que proponen es... es bastante confusa, no consigo entenderla —admitió.
Percibió las sonrisas triunfantes de los hermanos. Ciertamente, para ellos eso era una señal de que estaban haciendo progresos. Y quizá tuvieran razón, aunque fuera una locura, incluso contemplarlo.
— ¿Quieres discutir sobre algún aspecto en particular? —preguntó Emmet.
Suspiró y dejó el tenedor.
—Todo es muy extraño para mí. Ni sé por dónde comenzar. Continúo esperando que me digan que todo es un chiste, que están bromeando.
Edward puso una mano en su rodilla.
—No es un chiste. Ahora, dinos lo que estas pensando.
Inspiró profundamente, se dijo a sí misma que estaba completamente loca y luego comenzó a decirles honestamente, lo que estaba pensando.
—Es lo siguiente: tienen una persona de la que ocuparse en esta relación. Yo tengo tres. Tres hombres dominantes, sobreprotectores, y bastante grandes. Y no veo como pueda ser remotamente posible que os complazca a todos al mismo tiempo.
Sonrisas engreídas y seguras adornaban los rostros de los hombres.
—No creo que ninguno de nosotros espere la perfección —dijo Jasper—. Aunque —agregó, recorriéndola con la mirada de arriba a abajo—no estoy descontento con lo que tenemos.
—Discutimos muchas veces el asunto —dijo Emmet en tono serio—. Sabemos que no siempre será fácil. Ni siempre fue fácil para nuestra madre y padres, pero si todos trabajamos juntos, no existe ninguna razón para que no podamos vivir en armonía.
—Imagino que simplemente no entiendo el concepto —dijo Bella—. No consigo hacer que mi cerebro lo absorba.
Edward llamó su atención, haciéndola volverse hacia él.
—Entonces piensa lo siguiente. Tres hombres completamente dedicados a tu felicidad. Tres hombres adorando tu cuerpo con los suyos. Tres hombres amándote con completo abandono. Tres hombres protegiéndote y apreciándote... para siempre.
Ella lo miró con la boca abierta.
—Bien, cuando lo pones de esa manera… —murmuró.
—Maldita sea, Edward, ¿por qué no hablaste antes? —dijo Jasper divertido.
—Nuestra primera tarea es ir a la ciudad y comprar algo de ropa para ti, y cualquiera otra cosa que necesites —declaró Emmet, cambiando de tema.
—Pero yo no requiero nada —protestó ella. Bueno, eso no era del todo cierto, pero no quería que ellos le compraran cosas.
—Edward, te importaría repetir aquella parte de los tres hombres dedicados a su felicidad, adorándola, etc. —le pidió Jasper—. Porque estoy seguro que asegurarse de que nuestra mujer esta vestida y abrigada, preparada para el invierno, entra dentro de esa categoría.
Bella se enrojeció.
— ¿Jasper, tú y Edward quieren llevarla a la ciudad? Necesito verificar los caballos y quitar el heno. Se supone que nevará de nuevo esta noche —se giró hacia Bella—. Hay una tienda country en la ciudad. No es mucho, pero podrás conseguir botas, jeans y algunas camisas. Y un abrigo. Necesitas un abrigo decente. La semana que viene, iremos a la ciudad para comprar el resto de las cosas.
—Gracias —dijo suavemente. No pudo decir nada más, tenía un nudo en la garganta. Se sentía peligrosamente cerca de las lágrimas y luchó para contenerlas.
Emmet se inclinó hacia adelante y le dio un suave beso. Fue sorprendentemente gentil. Por primera vez, ella levantó la mano para tocarlo, recorriendo su rostro con los dedos, sintiendo las ligeras puntas de su barba.
Cuando él se alejó, sus ojos ardían de pasión y ella se sintió embriagada por el conocimiento de cómo lo afectaba.
—Bien si vamos a ir a la ciudad necesitamos salir ahora mismo. No queremos volver tarde, si va a nevar —anunció Edward, levantándose de la silla.
— ¿Es… es seguro para mí ir a la ciudad? —preguntó ella. La idea de que alguien podría verla y contárselo a Jacob llenó su corazón de miedo, poco importaban las promesa de los hermanos de protegerla.
—Nos aseguraremos de que nadie te vea —dijo Jasper—. La tienda de Riley queda en el límite de la ciudad. Estacionaremos bien cerca de la entrada, te dejaremos escondida en un lado de la tienda y escogeremos lo que te pruebes. Nos mantendremos atentos a cualquier movimiento inhabitual.
—Muy bien —dijo ella, soltando la respiración—. Entonces vamos a hacerlo.



La ciudad estaba lejos y bajaron la montaña en silencio. Bella se sentó delante, mientras que Jasper conducía y Edward se sentó en el asiento trasero del jeep. Durante todo el viaje, Jasper alcanzó y apretó sus manos.
Se sintió cómoda con ese gesto tan simple y pronto entrelazó sus dedos.
A media mañana llegaron a la ciudad de Forks. Emmet tenía razón, no había mucho para ver, salvo un pequeño supermercado, un negocio de alimentos, algunos cafés y la tienda country, pero había una calle principal y las tiendas eran limpias y bien mantenidas.
Jasper paró en la tienda y él y Edward inspeccionaron el área antes de salir. Edward abrió la puerta a Bella y le hizo señas para que saliera. Una vez fuera, Jasper y Edward la rodearon y caminaron hacia la tienda.
La llevaron hacia el área de los probadores y le dijeron que esperara sentada.
—Dinos tu talla y te traeremos algunas cosas para mirar —dijo Edward.
Ella se rió.
—No hay nadie aquí. Creo que puedo mirar yo misma.
Jasper exploró los alrededores una vez más.
—Muy bien. Iré a vigilar la puerta. Edward, cuida de Bella mientras hace las compras.
Bella se dirigió hacia las estanterías en el centro de la tienda y empezó a tomar algunas camisas de franela de manga larga de su talla. No estaba segura de cuanto podía gastar, así tomó solo algunas y se dirigió hacia los vaqueros.
Cuando estaba buscando pantalones de su tamaño, Edward añadió varias camisas en sus brazos. Sin hablar, empujó las camisas hacia ella, su expresión no admitía discusión alguna.
— ¿Me las llevarías a la caja, por favor? Estoy casi segura que son de mi talla.
— ¿Quieres qué te elija un par de botas mientras estoy por aquí?
Ella sonrió.
—Me encantaría, gracias.
Se acercó a la ventana que daba a la calle, después de haber escogido algunos vaqueros azul oscuro, negros y caqui. Cuando iba a volver para seguir a Edward hacia la caja, sus ojos se detuvieron en un conocido vehículo negro, que paraba en la calle. Se quedo congelada, y vio con horror a Jacob Black salir del coche y recorrer la calle con la mirada.
Su estomago se agitó tanto, hasta que supo que iba a vomitar. Miró con pánico a su alrededor, buscando un lugar para esconderse. Un lugar donde él no la pudiera ver.


Jasper miró ceñudo como el BMW estacionaba en un aparcamiento, al otro lado de la calle. Era un vehículo extraño en esta parte del mundo. Un lugar donde un vehículo que no tuviera tracción en las cuatro ruedas, no serviría de mucho.
Echó un vistazo hacia donde estaba Edward estaba mirando las botas y luego hacia las estanterías en donde estaba Bella. Solo que ella ya no estaba allí. Escrutó la tienda, intentando descubrir donde se fue, pero no estaba a la vista.
—Edward —murmuró.
Edward se giró, sus ojos buscaban también a Bella. Su cara se endureció cuando no vio ninguna señal de ella. Corrieron por entre las estanterías. Edward en la parte de detrás, Jasper cerca de la ventana.
La encontró escondida tras un armario de rebajas, solo aparecían los pies por debajo. Cuando separó las perchas, ella titubeó, como si tuviera miedo de quien podría ser.
— ¿Qué está mal, muñeca? ¿Quién te ha asustado tanto?
—Está aquí. Allí afuera. Vino a buscarme. Sabe que estoy aquí —dijo con un gemido bajo.
Se mecía de un lado al otro, ahogada de terror, con los ojos llenos de impotencia. Abrazaba firmemente las rodillas contra el pecho, como una medida de protección. Jasper quiso salir a la calle y matar al bastardo, allí mismo.
—Lo mataré.
Durante un momento, Jasper pensó que había dicho sus pensamientos en voz alta, pero entonces descubrió a Edward detrás de él.
— ¡No! —protestó ella—. Por favor, llévenme a casa. Él no debe verme. ¡Por favor!
—No dejaremos que te lastime, muñeca —la calmó Jasper. Se giró hacia Edward—. Trae el jeep a la parte de atrás. La llevare allí.
Volvió su atención hacia Bella y la alzó suavemente. Envolviéndola contra su pecho, anduvo a pasos largos hacia la salida de detrás de la tienda, manteniéndola escondida.
Se paró unos breves momentos, cuando divisó la mirada fija y curiosa del propietario.
—Riley, necesito un favor —murmuró Jasper—. Hay un hijo de puta allí afuera, que está buscando a esta mujer. Si él te pregunta, no la has visto.
Riley endureció la mirada y sus manos tomaron la escopeta que tenía detrás del mostrador.
—No te preocupes, Jasper.
Jasper asintió, y salió rápidamente. Edward estaba allí, manteniendo la puerta abierta.
—Conduce —ordenó mientras entraba, aún llevando a Bella.
Algunos segundos más tarde, pasaban por la calle principal. Bella escondió el rostro en el cuello de Jasper. El miró fijamente hacia el BMW cuando pasaron, memorizando la matricula. No era difícil. Matricula de California. Personalizada Jacob. Bastardo arrogante.
Acarició el pelo de Bella, y su cólera creció cuando la sintió temblar bajo su toque. Cuando salieron de la ciudad, la levanto para sentarla a su lado.
Ella se aferró a él, enterrando el rostro en su pecho. Ella lo hacía sentir mejor de lo que él imaginaba que una mujer lo pudiera hacer sentir. Era la mujer que los completaría. A todos. Y estaba más que seguro que no dejaría que un bastardo abusivo la alejara de ellos.
— ¿Cómo está? —preguntó Edward, mientras aceleraba en dirección a la montaña, tan rápido como podía.
—Buena pregunta. ¿Cómo estas, muñeca? —preguntó, alejando el pelo de su rostro.
—Estoy bien —dijo con voz trémula—. ¿Él no me vio, verdad?
—No, muñeca. Él no te vio. Te lo prometo, estás segura.
Continuó acariciándola, moviendo la mano por su espalda.
—Estamos casi llegados.
Él indagó la cima de su cabeza, besando su pelo. Gradualmente, ella dejó de temblar, pero seguía abrazándole fuertemente; de hecho, no se quejaba de ello. Quisiera admitirlo o no, confiaba en él. Confiaba en los tres. Era un principio.

2 comentarios:

  1. PERRO BASTARDO DE JACOB. ME GUSTO EL PUNTO DE VISTA DE EDWARD...

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  2. Ojalá que pronto le den su merecido a ese cerdo de Jacob para que vea la diferencia en ponerse con alguien igual a él :D

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