viernes, 14 de septiembre de 2012

La mujer de los Cullen


                                                                CAPÍTULO  27


Bella miró fijamente el techo, sus pensamientos vueltos un caos. Emmet, Jasper y Edward estaban dormidos. Le parecía que estaban tan incómodos como en el infierno, pero no quería hacer nada que pudiera despertarlos.
La culpa pesaba como una tonelada en su pecho. Cada vez que cerraba los ojos, veía a Edward cayendo de nuevo. Su peor temor había sido el peligro que estaba atrayendo hacia los hermanos. Un miedo que ahora se justificó.
Era hora de tomar una decisión, para evitar que algo malo volviera a suceder a Emmet, Jasper o Edward. Especialmente a Edward. ¡Les amaba tanto! La idea de perder a alguno de ellos, creaba un dolor insoportable en su corazón.
Lanzó una mirada a Emmet, a pocos pasos de distancia. Su móvil estaba en la mesita de noche cerca a su cama. Lo observó fijamente por un largo momento, y luego lo alcanzó sigilosamente.
Sabía que Rosalie había sido la última en llamar, por lo que su número debía estar guardado. Bella abrió despacio el teléfono y presionó los botones para buscar la última llamada recibida. Y entonces llamó.
Algunos segundos más tarde, oía la voz de Rosalie, filtrada por la línea.
— ¿Rosalie? Soy… soy Bella Black —dijo con voz más fuerte.
Hubo una pausa larga.
— ¿Qué puedo hacer por usted, Sra. Black?
Bella respiró profundamente y echó un vistazo para tener la certeza de que no había despertado a los hombres.
—Necesito que contacte con el fiscal de distrito de San Francisco —pidió en casi un murmullo.
Otra pausa larga.
— ¿Emmet sabe que me está llamando? —preguntó Rosalie.
—No, y quiero mantenerlo así —Bella declaró con firmeza—. Mire, Rosalie... Sé que no le gusto, pero también sé que le interesa Emmet. ¿Quiere que le suceda lo mismo que a Edward? Tengo que hacer lo que pueda para mantenerlo a salvo. Para mantener a todos a salvo.
— ¿Qué quiere que le diga al fiscal?
—Dígale que tengo información sobre Jacob Black, que podría interesarle mucho. Dígale donde encontrarme. No voy a discutirlo por teléfono. Tiene que ser personalmente-
— ¿Está segura de estar tomando una decisión correcta? —preguntó Rosalie.
Si Bella no conociera los hechos, juraría que había preocupación real en la voz de la otra mujer.
—Es mi única opción. Yo no puedo dejar que ellos mueran por mi causa.
El silencio cayó sobre las dos mujeres. Finalmente, Rosalie dijo.
—Está bien, haré esa llamada.
—Gracias —le agradeció suavemente Bella.
Cerró el teléfono y lo puso cuidadosamente en su lugar. Entonces se hundió en las almohadas, exhausta por el esfuerzo que había hecho.



Dos días más tarde, llegó el fiscal, con dos oficiales de patrulla, flanqueándolo. Entraron en el cuarto de Bella, despertando la reacción inmediata de los hermanos.
El miedo apretó el pecho de Bella, hasta obligarla a luchar por la respiración. Sabía quién era él y por qué estaba allí.
— ¿Qué demonios está ocurriendo? —exigió Emmet, cuando el fiscal entró en el cuarto, irguiéndose en toda su estatura.
Jasper y Edward también se levantaron. Una pesada tensión nubló el cuarto, tan espesa que podría ser cortada con cuchillo.
—Calma, hijo. Me llamo David Masterson. Soy el fiscal de distrito de San Francisco.
Emmet se cruzó de brazos y permaneció parado, con las piernas separadas, mirando fija y desafiantemente al fiscal.
—Eso no explica por qué está aquí.
—Le pedí que viniera —dijo bella con suavidad.
Todos los ojos se giraron hacia ella. Edward se acercó a la cama, cerniéndose protector sobre ella. Como mucho, eso se veía gracioso. Con el pecho y los hombros llenos de fajas, parecía una momia medio vestida.
—Quizás pueda estar un momento a solas con la Sra. Black —habló más fuerte el fiscal.
—Al infierno si lo permitiré —protestó Edward.
Bella dejó que su mano sana descansara en el brazo de Edward.
—Estaré bien, Edward.
Emmet la contemplaba fijamente, sin desviar la mirada.
— ¿Qué es lo que has hecho, Bella?
—Por favor entiende, Emmet. No puedo permitir que alguno de vosotros vuelva a estar lastimado por mi causa.
Emmet soltó una larga blasfemia. Ella se estremeció por su ferocidad.
David Masterson señaló a los dos policías.
—Si me hacen el favor, escolten afuera a estos caballeros, así la Sra. Black y yo podemos conversar en privado.
— ¡Al demonio con usted! —se apartó Jasper.
—Jasper, por favor —pidió Bella—. Déjame hacer esto a mi manera. Te pido que salgas. Hazlo por mí.
Las miradas que le lanzaron mostraban sentimientos heridos mezclados con ira, pero los tres finalmente se giraron, y salieron.
El fiscal se acercó y le lanzó una mirada especulativa.
— ¿Le importa si tomo asiento? —preguntó.
Ella meneó la cabeza y lo observó mientras se acomodaba en la silla que Emmet desocupó.
—Mi oficina ha estado buscándola desde hace tiempo, Sra. Black. ¿Hay alguna razón particular que causara su desaparición?
Bella lo miró con firmeza. No permitiría que él le quitase la primera baza.
Esta reunión sería en sus condiciones y sólo en sus condiciones.
—Yo le pedí que viniera, Sr. Masterson. Yo haré las preguntas.
Irguió una ceja.
—Muy bien. ¿Qué puedo hacer por usted?
—Usted no habría venido hasta aquí si no estuviera muy interesado en Jacob Black —comenzó ella.
Él asintió.
—Es verdad.
—Lo vi asesinar a un hombre en la noche de nuestra boda —dijo rápidamente.
El fiscal se levantó y se inclinó hacia adelante, la urgencia brillando en sus ojos.
— ¿Usted lo vio? ¿Está segura?
Bella se estremeció y cerró los ojos momentáneamente.
—No existe la menor posibilidad de haber interpretado equivocadamente lo que vi, Sr. Masterson. Disparó a un hombre.
— ¿Hubo algún otro testigo? Piénselo bien, Sra. Black. Es muy importante.
—Por favor. No me llame Sra. Black —dijo despacio—. Me llamo Bella. Y sí, había otra persona presente. Su compañero de negocios, Sam Uley.
David se sentó de vuelta, el triunfo brillaba en sus ojos.
— ¿Está dispuesta a prestar testimonio sobre lo que vio?
—Fue por eso que le pedí que viniera hasta aquí —dijo ella—. Pero tengo condiciones.
De nuevo, él irguió la ceja.
— ¿De qué clase de condiciones estamos hablando?
—Quiero protección. Es el culpable de que yo esté en este hospital. Por su culpa, Edward Cullen casi muere. No dudará en matarnos a mí, o a ellos.
—Desde luego, tomaríamos todas las precauciones necesarias — estuvo rápidamente de acuerdo.
—Quiero que Emmet, Jasper y Edward sean protegidos también. No les gustará. No querrán aceptarlo. Pero no pondré un pie en el tribunal a menos que usted garantice que alguien estará cuidando de ellos hasta que todo termine.
—Bella, si usted me ayuda a deshacerme de Jacob Black, cuidaré personalmente de ellos. Estamos detrás de él desde hace años. Está metido hasta el cuello en el crimen organizado en el área de la Bahía de San Francisco. Hasta ahora, nosotros no hemos tenido nada concreto de que acusarle. Cuando la Sheriff Hale me llamó y dijo que usted quería verme, cogí el primer vuelo hasta aquí, esperando que usted me diría lo que acaba de contarme.
Bella se puso pálida.
— ¿Crimen organizado?
David asintió. La estudió por un momento.
—Éste no es probablemente el mejor momento para decírselo, aunque no puedo imaginar un momento ideal para contar este tipo de cosas; bien, tenemos fuertes sospechas de que él estuvo involucrado en la muerte de sus padres.
Abrió la boca, conmocionada.
— ¡Pero ellos murieron en un accidente! ¡Fue un accidente!
—Lo fue. Un accidente bastante sospechoso. Estaba involucrado en varias inversiones con ellos. Esas inversiones resultaron muy malas. Una semana antes del accidente, vinieron a mi oficina diciendo que tenían pruebas de que él estaba envuelto en un fraude.
Bella dejó caer la cabeza sobre la almohada. Las lágrimas inundaron sus ojos y ella las enjugó furiosamente.
— ¿Y usted nunca hizo nada sobre eso?
Su voz se hizo más suave.
—Nunca tuvimos pruebas suficientes para hacer una acusación. Créame, si las hubiéramos tenido, habría hecho todo lo posible para condenarlo.
— ¿Qué tengo qué hacer? —preguntó ella—. Quiero a ese bastardo en prisión por todo lo que hizo.
—Bien, tomaré su declaración. Luego pediré una orden de prisión para el Sr. Black. La trasladaremos a un escondite secreto, donde permanecerá hasta la audiencia. Organizaré también la protección policial para los Cullen.
— ¿Cuánto tiempo tardará todo? —preguntó suavemente.
—No lo sé. No le mentiré. Puede prolongarse algún tiempo, pero haré todo lo que pueda para conseguir fijar rápidamente la fecha del juicio.
Tragó saliva, sintiendo un nudo en la garganta. ¿Cuánto tiempo estaría separada de Emmet, Jasper y Edward? ¿Y la querrían ellos de vuelta cuándo todo terminara? A pesar de odiar la idea de estar separada de ellos, sabía que tenía que hacerlo. Por sus padres, por los hombres que amaba, y más importante, por ella misma.
—Vamos a hacerlo —susurró—. Haga los arreglos.
Él se inclinó hacia delante y le sostuvo la mano entre las suyas.
—Gracias, Bella. Está haciendo algo muy valiente.
¿Valiente? ¿O estúpida? Ella no estaba segura. Sólo sabía que tendría que enfrentar a tres hombres muy enfadados. Los hombres que amaba más que cualquiera otra cosa en su vida. Y aquí estaba, haciendo lo que menos deseaba hacer. Dejándolos. 

1 comentario:

  1. Por un lado entiendo a Bella pero por otro no hay manera que no se separen en fin no me quiero ni imaginar la reacción de ellos suerte Bella :D

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