CAPÍTULO 14
Sensaciones pecadores y deliciosas despertaron a Bella.
Abrió los ojos y dio con el tórax de Emmet. Estaba descuidadamente sobre su
pecho, y sonrió al pensar que posesiva debía parecer. Una mujer haciendo su
reclamación.
—Ah, está despierta.
Volvió la cabeza para ver a Jasper a su lado. Sus
manos la acariciaban.
Qué forma maravillosa de despertarse.
Una ojeada hacia el pie de la cama revelaba a Edward.
Estaba desnudo, e increíblemente sensual.
Se volvió hacia Emmet, que la miraba fijamente, y en
sus ojos brillaba la lujuria.
Él sonrió. Una sonrisa predadora, totalmente
masculina. Una que decía que tenía a su mujer exactamente en donde la quería.
—Estábamos esperando que te despertaras.
—Apuesto que sí.
Emmet agachó la cabeza para besarla. Ella sintió los
labios de Jasper contra su espalda.
Entonces Emmet salió de debajo de ella y se quedó al
lado de la cama. Extendió una mano para ayudarla a levantarse. Cuando lo hizo, Edward
le quitó los pantaloncitos, la arrastró en la cama y la acostó en el edredón, dejando a sus piernas
oscilando y tocando el suelo.
—Ven aquí —le dijo Edward, extendiendo las manos.
Ella no necesitaba ninguna invitación adicional.
Sabía lo que vendría a continuación. Se estremeció de pies a cabeza, cuando se
acercó a Edward. Miró sus ojos, ojos que la hechizaban. Llevó las manos al duro
tórax e irguió su parte inferior solo lo suficiente que poder acunar su gran
verga entre sus piernas.
Un brillo de sudor apareció en la frente de Edward.
—Provócame —murmuró él.
Ella sonrió, encantada con su poder. Lentamente, se
movió, llevándolo profundamente adentro de ella. Cerró los ojos para disfrutar
de cada deliciosa pulgada.
Él la agarró por las caderas con sus grandes manos y
la sujetó con firmeza. Ella comenzó un recurrido lento, sensual. La cama se
movió de nuevo, cuando Jasper fue por ella de rodillas. Ella rodó la lengua por
la cabeza de su erección, y lo chupó. La respiración de Jasper terminó en un
silbido, cuando lo deslizó más entre sus labios.
Detrás de ella, sintió a Emmet pasar entre las
piernas de Edward, y su corazón se aceleró. Edward movió sus manos por sus
caderas y la cogió por las nalgas. Las masajeó y las separó, cuando la polla de
Emmet se acercó a su entrada.
Lo sintió pasar lubricante en torno de la arrugada y
apretada entrada, donde estuvo la noche anterior. Sintió los músculos
resistiendo y después cediendo ante su persistente empuje. Gritó alrededor del
pene de Jasper, cuando Emmet siguió adelante empujando con determinación.
Todos estaban dentro de ella, enterrados hondamente.
Ella no podía moverse, no podía alcanzar el éxtasis. Edward la ayudó, moviendo
sus caderas, cuando él y Emmet establecieron la velocidad, empujando a unísono.
Jasper se movía en las profundidades mojadas de su
boca, y ella envolvió la lengua alrededor de su polla, queriéndole más hondo,
queriendo todo de él.
Estaba perdiendo rápidamente el control. Se movía en
éxtasis, permitiendo a Edward que controlara el ritmo.
Emmet se endureció detrás de ella. Se apretó contra
ella tan fuerte como pudo y lo sintió estallar dentro de ella. Pero Edward
continuó empujando en su coño. Cuando Emmet salió suavemente, ella protestó.
Estaba cerca del orgasmo más explosivo de su vida, y no quería perder la
sensación de estar llena, que rápidamente la empujaba sobre el borde.
Jasper salió de su boca y se puso rápidamente detrás
de ella. Casi antes de que pudiera ajustarse a la pérdida de Emmet, Jasper se
deslizó dentro de ella, en un largo golpe. Gritó por la sensación. Ningún preámbulo,
ninguna gentil persuasión. En un minuto estaba a su espalda y en el otro,
estaba completamente dentro de ella.
—Así... eso es, cariño, siente —murmuró Emmet a su
lado. Sus manos se movían por sus pechos, amándola, persuadiéndola.
Edward y Jasper la penetraban, y ella arqueó la
cabeza, su boca abierta en un largo grito de triunfo. Esto era. Esto era lo que
había esperado durante toda su vida. Una sensación de pertenecer. Pertenecer de
verdad. Era de ellos, pero por Dios, ellos también eran de ella.
—Acaba con nosotros —susurró Edward, su boca cerrada
alrededor del pezón.
— ¡Oh Dios, sí!
Se estremeció salvajemente entre ellos. Jasper
moviéndose fuertemente por detrás, sus manos sujetándole las caderas,
manteniéndola cerca.
Su coño se apretó contra la polla de Edward, su
estómago se convulsionaba en una necesidad caliente. Olas de placer explosivo
llovieron sobre ella. Agarró los hombros de Edward y gritó mientras la
reclamaba su orgasmo.
El cuerpo de Edward se estremeció bajo ella, y Jasper
se sacudió contra su culo, mientras se derramaban dentro de ella.
Cayó hacia delante, y Edward la agarró contra él,
envolviendo firmemente en sus brazos. Ella descansó contra su pecho, respirando
profundamente, intentando coger aire. Envolvió los brazos alrededor de Edward y
enterró la cabeza en su cuello.
Detrás de ella, Jasper se retiró. Se inclinó y besó
su espalda.
—Ahora vuelvo, muñeca, no te muevas.
Como si pudiera.
Luego sintió un paño templado sobre su piel.
Edward la rodó bajo él y se retiró suavemente de su
coño. Se apoyó en sus antebrazos para no aplastarla con su peso, entonces se
dobló y la besó.
—Eres nuestra —dijo simplemente.
Las palabras se deslizaron sobre ella como miel
caliente. La confortaban de un modo que nada más podía hacerlo. Era suya.
— ¿Te quedas conmigo? —susurró, bostezando.
Edward la tomó en los brazos y los tapó con el edredón.
—Duerme. Estaré aquí.
Bella no puede quejarse después de este despertar :D que suerte tiene jajaja
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